Wednesday, March 05, 2008

Hipotéticos marcianos examinan arte contemporáneo como haría un antropólogo.

Una exposición que se inaugura este jueves en la Barbican Gallery londinense parte del divertido supuesto de una expedición de antropólogos marcianos que llegan a nuestro planeta para estudiar su cultura y en especial un aspecto con el que no están en absoluto familiarizados: el arte contemporáneo.
Sus comisarios, la estadounidense Lydia Lee y el italiano Francesco Manacorda, se inspiraron en la obra del filósofo belga Thierry de Duve "Kant después de Duchamp", en la que éste imagina a un antropólogo venido del espacio exterior para hacer un inventario de los más dispares artefactos humanos que llamamos arte.
Otro referente señalado a Efe por Lee es el "Museo de Arte Moderno. Departamento las Águilas", creado a finales de los sesenta por el artista belga Marcel Broodthaers, que reunió todo tipo de objetos e imágenes de águilas encontrados en los depósitos de decenas de museos de artes aplicadas o etnografía.
Cada objeto de aquel museo ficticio iba acompañado de la leyenda "Esto no es una obra de arte", evocadora del espíritu de Magritte (Esto no es una Pipa) y de los "readymades" u "objets trouvés" (objetos encontrados) de Marcel Duchamp.
Esa mirada externa abre el arte de nuestros días a nuevas interpretaciones no exentas de ironía: las piezas reunidas para la exposición de la Barbican son interpretadas como artefactos u objetos que tienen una función real o simbólica.
Así se crean extraños agrupamientos de objetos y originales yuxtaposiciones, parodiando en cierto modo la forma en la que los antropólogos occidentales han interpretado desde su particular perspectiva las culturas de los pueblos sin historia.
Dispuestos en ese supuesto museo marciano de acuerdo con la función o el uso, a veces totalmente disparatado, que se les atribuye, los artefactos son clasificados en amplias categorías como parentesco y filiación, magia y creencia, ritual y comunicación.
Agrupadas luego en subcategorías -veneración de los antepasados, reliquias y espíritus, objetos ceremoniales y contactos culturales- las piezas reunidas se colocan sobre plintos, en vitrinas o se cuelgan de la pared, según los casos.
Así se exhiben máscaras, trajes y objetos utilizados en supuestas ceremonias de los terrícolas, se documentan formas de intercambio como son los regalos o se muestran lo que se califica de intentos de comunicar con seres de otros planetas.
En la sección dedicada a los antepasados, los antropólogos marcianos explican cómo los humanos creen que los muertos no han muerto del todo y sus espíritus influyen positiva o negativamente en las generaciones posteriores.
Hay allí tótems dedicados a Duchamp, sin cuyo concepto del "readymade" habría sido inconcebible una exposición como la presente, pero también están Andy Warhol, o Picasso y Roy Lichtenstein, homenajeados ambos por Maurizio Cattelan.
Hay un gran tótem de madera en forma de homenaje al fundador del suprematismo ruso, Kazimir Malevich, otro está hecho con bolsas de golf, pero también buitres y águilas que penden del techo como las famosas esculturas de Alexander Calder y un "árbol de familia" en el que cuelgan prendas de todos los colores.
No podría faltar entre los antepasados el alemán Joseph Beuys, profeta de la ecología y seguidor del chamanismo, con sus famosas pizarras y una bombilla alimentada por un sencillo limón.
En comunión con su espíritu, el argentino Víctor Grippo presenta una obra titulada energía de la patata, muy oportuna en el año dedicado a ese universal tubérculo, mientras que el norteamericano nacido en Panamá Matthew Day Jackson viste a un astronauta con fieltro, ese humilde material tan querido de Beuys.
Por un altavoz suenan los nombres difícilmente distinguibles de artistas de vanguardia como Vito Acconci, Sandro Chia, Ansel Kiefer, Cy Twombly o Francesco Clemente, todos ellos piados por aves que parecen habitar una selva tropical.
Una escultura en forma de ovillo transmite el libro "Contra natura" de J. K. Huysmans en código Morse convertido en pulsaciones lumínicas que podrían descifrarse desde otros planetas.
Y hay finalmente una sala dedicada a las últimas adquisiciones, llena de objetos que los supuestos antropólogos marcianos no han podido aún descifrar aunque no desesperan de poder hacerlo un día.
Fuente: EFE

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